FEDERICO CHOPIN.-
Doce estudios Op. 25
Op. 25, para piano (1835-37)
N.º 1 en La bemol mayor "La harpe éolienne"
N.º 2 en Fa menor "Les abeilles"
N.º 3 en Fa mayor "Le cavalier"
N.º 4 en La menor
N.º 5 en Mi menor "La fausse note"
N.º 6 en Sol sostenido menor "Aux tierces"
N.º 7 en Do sostenido menor "Au violoncelle"
N.º 8 en Re bemol mayor "Aux sixtes"
N.º 9 en Sol bemol mayor "Le papillon"
N.º 10 en Si menor "Aux octaves"
N.º 11 en La menor "Le vent d'hiver"
N.º 12 en Do menor "L'océan"
PIANO: Sequera Costa
El segundo conjunto de estudios de Chopin fue compuesto entre 1832 y 1836 y se publicó en 1837. Estaba dedicado a la amante de Liszt, la Condesa d'Agoult (Marie d'Agoult), por lo que se ha especulado sobre ellos.
Historia
Los Estudios de Chopin suponen la fundación de un nuevo sistema de la técnica de tocar el piano. Esta nueva técnica fue algo sumamente innovador y revolucionario cuando apareció. Los Estudios son unas de las piezas más desafiantes y complicadas, y al mismo tiempo evocadoras y emocionantes, de todas las obras del repertorio para piano. Su música continúa siendo muy conocida y es a menudo tocada tanto en conciertos como en escenarios privados. Esta gran popularidad ha provocado que a muchos se les hayan asignado subtítulos, siendo posiblemente el más conocido el del Estudio Op. 10 n.º 12, "Revolucionario". Ninguno de los apodos de los Estudios de Chopin es oficial, pero crean un ambiente de inspiración y animan a componer obras encarnadas por estos Estudios.
La totalidad de los Estudios de Chopin fue publicada durante su vida (1810-1849). El primer conjunto de estudios, el Op. 10, fue escrito en el periodo de 1829 a 1832 y se publicó en Francia, Alemania e Inglaterra en 1833. El Op. 25 es inmediatamente posterior en el tiempo, pues se compuso entre 1832 y 1836. Al igual que el Op. 10, fue publicado en Francia, Alemania e Inglaterra; pero cuatro años más tarde, en 1837. Los tres últimos estudios, sin número de Opus, fueron compuestos en 1839. Al contrario que los otros veinticuatro estudios, no fueron publicados simultáneamente en esos tres países, sino que aparecieron primero en Francia y Alemania en noviembre de 1840 y en Inglaterra en enero del año siguiente. Las primeras copias de estas primeras ediciones iban acompañadas normalmente de varios manuscritos autógrafos de Chopin de un único estudio y copias adicionales hechas por su amigo Jules Fontana (a quien dedicó el Impromptu Fantasía) y ediciones del alumno de Chopin Carl Mikuli.
Los primeros Estudios del Op. 10 fueron compuestos cuando Chopin era prácticamente todavía un adolescente. Se encuentran, junto con las primeras obras de Mendelssohn, entre raros ejemplos de composiciones extremadamente juveniles que son consideradas como innovadoras y dignas de inclusión dentro del canon del resto de las obras "maduras". Los Estudios de Chopin superan la pura forma musical de unos ejercicios útiles y llevan la forma de estas piezas y a ellas mismas a convertirse en grandes obras maestras del arte. En un concierto en el que Chopin interpretó su Op. 25, Robert Schumann dijo "A la Chopin", es decir, a la manera de Chopin.
La mayoría de los estudios tienen un tema principal, una variación en la sección central y una vuelta al tema principal, por lo que presentan una forma binaria en la que se repite la primera parte. Todos los Estudios son bastante cortos, pues cada uno se puede tocar en menos de cinco minutos. El más corto de todos es el Estudio Op. 25 n.º 9, que dura menos de un minuto.
Demandas físicas
Al contrario que el resto de estudios anteriores, que pretendían practicar y conseguir la independencia de la acción de los dedos dirigida desde la muñeca, los estudios de Chopin requieren el uso de todo el brazo, desde el hombro hasta abajo. Por ejemplo, el Estudio Op. 10 n.º 1 consiste en una serie de acordes rotos cuya extensión es inalcanzable para una mano, por lo que es necesario utilizar el brazo para guiar a la mano y a los dedos de nota a nota. Asimismo, el Estudio Op. 25 n.º 10 es un estudio con octavas en ambas manos que exige movimientos poderosos y flexibles desde los hombros.
Abby Whiteside, pedagoga ya del siglo XX, cuyas opiniones sobre la independencia de los dedos son quizás las más duras y críticas en materia de técnica de piano, hizo de estos Études de Chopin el centro de todos sus escritos. Para Whiteside, eran la prueba definitiva de la total inutilidad de cualquier intento de delegar fuerza o dirección a los músculos más débiles de entre los implicados al tocar el piano.
http://youtu.be/T2wteldqBOM
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